martes, 14 de mayo de 2013

OPINION: El “premio” de jugar sin público


eluniversal.com

Los equipos de fútbol de las escuelas de formación del Real Cartagena y Dinastía Escobar se enfrentaban ayer en juego preliminar del partido de fondo entre Real Cartagena y Depor, de la Primera B, en el Estadio Jaime Morón.

Por supuesto, los orgullosos padres de los muchachos de ambos oncenos acudieron con entusiasmo al estadio para acompañar a sus hijos y verlos en acción.

Como habían sido citados a la 1 de la tarde, los padres y algunas madres llegaron antes de esa hora y esperaron en la parte de afuera a que les abrieran las puertas del estadio, soportando el sol inclemente que los hacía sudar a chorros con la promesa de ilusionarse a la par que los pequeños.

Pasada la 1 de la tarde, a los niños se les permitió ingresar junto con los técnicos de sus respectivos equipos, pero a los padres no, aunque alegaron que iban a acompañar a sus hijos, de manera que resignadamente decidieron comprar las boletas como cualquier otro espectador, casi todos en la localidad de sombra, por valor de 23 mil pesos, alegres todavía por ver en acción a los muchachos desde la tribuna occidental.

Tras adquirir las boletas, se dirigieron velozmente a las entradas, faltando 15 minutos para las 2 de la tarde, con el fin de no llegar tarde al juego preliminar previsto para esa hora.

En la entrada de occidental tuvieron un nuevo inconveniente que comenzó a colmar la paciencia de los padres, pues los porteros les dijeron que las puertas del estadio sólo se abrían a las 2:15 de la tarde, lo que significaba que el público empezaría a llegar cuando el partido ya estuviera muy avanzado.

Suplicaron, argumentaron, se indignaron, pero de nada valieron sus razones ni sus clamores, pues los porteros fueron indiferentes a ellos y no les importó la desesperación de esos padres sudorosos, quienes debieron esperar hasta las 2:20 de la tarde para entrar al estadio.

Algunos padres, sin reprimir su enojo, llamaron a sus hijos y con ellos abandonaron el estadio para regresar a casa sin ver el partido de fondo del Real Cartagena, amargados por la impotencia.

Los juegos preliminares se programan con el propósito de darles a los niños que se están formando como futbolistas la oportunidad de mostrarse, de soñar con futuros triunfos.

Si no hay público en las graderías, se pierde el incentivo, así que es inexplicable que se programe un partido preliminar a un juego del Real Cartagena a una hora en que no se permite entrar a los espectadores.

Actitudes como esta destruyen el sentido de pertenencia de los habitantes de Cartagena con el equipo local, que apenas empieza a recuperar afición después de la desilusión del descenso.

Pero también destruyen, y esto es lo peor, la ilusión de los niños que desean ser aplaudidos al jugar en el escenario en que juegan los profesionales.

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